ATENCIÓN

Gracias a todos los que leyeron mi anterior aviso sobre las imágenes de san Juan Nepomuceno. Habéis sido muchos quienes me escribisteis para darme noticia de algún Nepomuceno que conocíais, y os lo agradezco de veras.

Ahora, siguiendo con otras investigaciones, estoy centrada en varios asuntos y quería volver a pedir vuestra colaboración: si alguien conoce cepillos limosneros con representaciones de santos y no le importa hacérmelo saber o mandarme una fotografía (raquelsiguenza@msn.com), lo agradeceré igualmente. También tengo interés en imágenes de ánimas (cuadros de ánimas, los mismos cepillos que mencionaba...)

¡Muchísimas gracias a todos por vuestra ayuda!

Iconografía oculta

Un apartado en el que todo el mundo puede participar. Cada semana os invito, a modo de juego, a descubrir qué se representa en una imagen. Podemos, entre todos, ir aportando pistas que, sin desvelar por completo el asunto, nos acerquen a la solución. Si tenéis interés por la iconografía, tanto cristiana como clásica, os animo a que enviéis vuestras opiniones. ¡Será divertido!





















viernes, 29 de mayo de 2009

Arte, lujo y sociabilidad. Abanicos en la Fundación Lázaro Galdiano








La historia del abanico está íntimamente ligada al desarrollo de la Humanidad. Desde los antiguos egipcios, cuando el abanico se confeccionaba con plumas y servía, a un tiempo, para dar aire y espantar insectos, hasta el día de hoy, los materiales, formas y usos han ido variando. Pasó de ser un objeto eminentemente práctico a ponerse de moda como signo de elegancia y modernidad en el XVIII, mientras que, dos centurias más tarde, se convertiría en uno de los objetos de colección más perseguidos. Importantes coleccionistas de estas piezas se han dado en España, como la reina Isabel de Farnesio o, avanzado el tiempo, Paula Florido, esposa de José Lázaro Galdiano.

Casados en 1903, no fue hasta el 27 de mayo de 1909 cuando Parque Florido, el palacete neorrenacentista que habría de convertirse en el actual museo de la Fundación Lázaro Galdiano, se inaugurase como residencia familiar con una gran fiesta que se convirtió en un destacado evento social. Para conmemorar este centenario, la Fundación Lázaro Galdiano junto con la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), bajo la coordinación del Ministerio de Cultura, nos ofrecen la posibilidad de disfrutar de casi cincuenta de los ochenta y siete abanicos que forman la colección completa. El propio José Lázaro realizó importantes aportaciones a la colección de su mujer, a quien regalaba todos los años un abanico con motivo de su cumpleaños, el 15 de enero, y otro el día de su santo, el 29 de junio.

La muestra se podrá visitar de forma gratuita hasta el 16 de agosto, todos los días a excepción del martes, día de cierre del museo. En ella se encuentran piezas de los siglos XVIII y XIX que nos ofrecen la posibilidad de observar el desarrollo de este objeto, que se va haciendo más sofisticado -utilizando marfil y nácar para el varillaje-, y con mayor vuelo según avanza el tiempo. El uso de piel de cabritilla, vitela o pieles finas fue frecuente en España para la realización del país -parte superior del abanico que une las varillas. En los abanicos de baraja no existe, dado que están realizados sólo por el varillaje- y, en cuanto a los asuntos que se representaban en él, podían ser mitológicos, alegóricos, paisajes o escenas galantes, entre otros.
Dentro de la exposición destaca el abanico conmemorativo de la boda del Delfín de Francia, Luis Fernando, con la Infanta española María Teresa Rafaela en 1745 o un ejemplar inglés decorado con motivos pompeyanos de finales del siglo XVIII (en la imagen), entre otros. Todos, eso sí, en magnífico estado gracias a las labores de restauración y conservación relizadas por la Fundación en los últimos años. La exposición incide en el abanico como parte integrante del adorno femenino, pero también como creador de un lenguaje desplegado en los paseos o en los bailes, actividades fundamental en la sociedad moderna, con el que se podía saludar afecutosamente a un amigo desde la distancia o rechazar sin contemplaciones a un pretendiente no deseado.

Además, con motivo de la celebración de este centenario, hasta el día 1 de junio la entrada a la colección permanente será gratuita, un motivo más para acercarse hasta la sede de este magnífico museo.






lunes, 25 de mayo de 2009

Sorolla en Madrid, Sorolla en Londres


Pensar en la luz del Mediterráneo es pensar en Sorolla. Y éste es buen momento, quizá uno de los mejores. Coincidiendo con la magnífica exposición del Museo del Prado, con más de un centenar de obras procedentes de diversos museos y colecciones particulares, la sede madrileña de Sotheby's expone, los días 25 y 26 de mayo, Niña entrando en el baño.

Firmado y fechado en 1917, el pintor había realizado este lienzo dos años antes en la playa valenciana de La Malvarrosa. Y aunque la aparición de los niños se había dado desde principios de 1900, es ahora cuando toman un papel protagonista que desplaza a los pescadores o bueyes con los que habían compartido el espacio pictórico con anterioridad.

La obra, que será incluida en el catálogo razonado realizado por Blanca Pons Sorolla, saldrá a pujas el próximo 3 de junio en Londres, partiendo de una salida estimada entre 1.935.000 y 2.846.000 €, precio máximo cercano a los 2.876.000 € que se pagaron en mayo del pasado año, también en esta sala, pero en Nueva York, por Las tres velas.

Mientras esperamos expectantes el día de la subasta, el Prado nos deleita con una magnífica recopilación de obras grandiosas, por calidad y tamaño. Llama la atención la madurez artística del pintor desde sus primeras creaciones; atrae su alegría de vivir, palpable en pinturas como La vuelta de la pesca del Museo de Orsay (en la imagen), con unos maravillosos bueyes y unas olas que casi se pueden oír. El realismo de su pintura de crítica social, con ¡Aún dicen que el pescado es caro! o Trata de blancas, se combina con la monumentalidad de las obras destinadas a la Hispanic Society de Nueva York, que han necesitado una sala en exclusiva para ellas, dadas las dimensiones que presentan. En contraste, pequeños lienzos, como El mamón, procedente de la Colección Masaveu -que cuenta entre sus fondos con cincuenta obras del pintor-, nos acerca a las imágenes de familia que con tanta ternura cultivó Sorolla.

Otra de las piezas que destacan, de colección particular y poco conocida entre el gran público, es un delicadísimo desnudo femenino inspirado en la Venus del Espejo de Velázquez, que nos da su deliciosa espalda rodeada de telas de raso. Además de una selección de retratos, al final, para relajarnos, varios paisajes de montaña en los que se nota la influencia de Aureliano de Beruete conforman el mundo que vivió Sorolla y que ahora nos trae la pinacoteca madrileña hasta el 6 de septiembre.