martes, 2 de junio de 2009

100.000 euros por Luis de Morales




Las subastas de arte están más de moda que nunca. La crisis ha hecho que muchos vean en ellas un lugar seguro en el que invertir. Porque el arte, si es bueno, se revaloriza con el paso del tiempo.
Y la pintura antigua es una buena opción. Principalmente porque es barata. Y es que parece que ya no gustan los asuntos religiosos. Parece que da un poco de reparo colgar una Piedad en la pared. Una Sagrada Familia, o un Niño Jesús, puede ser, pero no una Crucifixión o el martirio de un santo. Por eso, aunque a veces salgan buenas piezas, los precios no tienen comparación con los de autores contemporáneos, salvo contadas excepciones, y, como en otros campos del mercado del arte, tampoco con las cifras internacionales.
Mayo es uno de los meses fuertes para las salas de subasta. Y tenemos un resultado que merece la pena señalar: una Piedad de Luis de Morales "El Divino" por la que el pasado miércoles 27 se han pagado 100.000 euros, precio que la sala Fernando Durán había estimado como salida. Con unas medidas de 56,5 x 41 cm, esta tabla contaba con el apoyo de tener una procedencia clara, pues ha llegado hasta nosotros a través de varias colecciones nobiliarias conocidas. Y aunque resulta un remate muy destacado, podemos mencionar algún ejemplo internacional, para hacernos una idea de los precios que se manejan fuera de nuestras fronteras: 706.296 euros alcanzó un Ecce Homo en Christie's Londres en julio de 2000 (49,5 x 35 cm) y tres años más tarde, también en Londres, aunque en Sotheby's, un Nacimiento de la Virgen, iconografía muy curiosa dentro de su producción, se vendía por 846.563 euros (sirva para romper una lanza a favor del estudio de la iconografía que puede aumentar el precio de una pieza, por no hablar de su importancia como elemento básico a la hora de denominar correctamente las obras con las que nos encontramos). Finalmente, una Piedad muy parecida a la que comentamos había encontrado comprador en la primera sala durante su venta de diciembre de 1994 por más de 130.000 euros, y eso a pesar de que la tabla presentaba algunas grietas de importancia. No quiero iniciar una polémica en torno a por qué los precios de algunos autores contemporáneos se han disparado hasta el absurdo mientras la pintura antigua cae en el olvido, aunque si alguien quiere discutirlo, estoy abierta a hacerlo. Pero sí me parece interesante poner el acento en el hecho de que es una buena opción de compra. Y, personalmente, creo (espero y deseo) que volverá a estar de moda.

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