viernes, 23 de octubre de 2009

La matanza de los Inocentes. Un récord de Rubens


Hay dos escenas de la infancia de Jesús que sólo se recogen en el Evangelio de San Mateo: la Matanza de los Inocentes (2:16-18) y la Huida a Egipto (2:13-15). Aunque se duda de su veracidad histórica, su fortuna artística ha sido amplia y, en el caso concreto de La Matanza, se viene representando desde el siglo V.
La narración nos indica que habían llegado los Magos hasta Jerusalén preguntando por el Rey de los Judíos. Al oírlo, Herodes el Grande temió perder su trono, y, después de saber que el pequeño nacería en Belén de Judea, convocó a los Magos para pedirles que le informaran del lugar exacto cuando lo supieran, pues también él quería ir a adorarle.

Sin embargo, después de llegar hasta Él, y tras entregarle los dones que le habían preparado, se les apareció un ángel del Señor para decirles que regresaran a su tierra por otro camino distinto, sin volver hasta donde estaba el rey. José recibió también la visita de este ángel mientras dormía, quien le indicó que se levantara de inmediato, cogiera a María y al Niño y se marchara a Egipto, pues Herodes intentaría asesinar a Jesús.
Así fue, el monarca, furioso por el engaño de los Magos y decidido a acabar con la vida de su posible rival, resuelve matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores.
Tanto Jesús como su primo, el Bautista, lograron escapar de la masacre.
La piedad popular hizo de los Inocentes los primeros mártires cristianos, y la Iglesia instauró el 28 de diciembre como su fecha litúrgica.
Iconográficamente, las variantes son escasas: en las imágenes más antiguas, los verdugos llevan a los niños ante Herodes pero paulatinamente, la escena se fue haciendo más brutal, describiendo una dramática lucha entre los verdugos y las madres, donde con frecuencia aparece un soldado que suspende en el aire a un niño sujeto por el tobillo mientras sostiene una espada en la otra mano, como se puede ver en la imagen superior, obra de Cornelis van Haarlem, fechada en 1591 y localizada en el Frans Halsmuseum de Haarlem. Otras veces los pequeños aparecen estrellados contra el suelo (en la imagen inferior) mientras sus madres se arrancan los cabellos o intentan proteger los cuerpos de sus hijos.

Esta escena fue la protagonista de uno de los cuadros más caros de toda la historia: Rubens (junto a estas líneas) lo pintó sobre tabla entre 1609-11, nada más regresar a Amberes de su viaje a Italia. Durante mucho tiempo se atribuyó a otros autores, hasta que a finales de 2001, gracias a los inventarios que daban fe de su existencia, así como referencias en cartas, e incluso el conocimiento de una copia de diferente formato localizada en Bruselas, se pudo atribuir correctamente. Las estimación más alta se había fijado en seis millones de libras (9.361.749 euros), precio que pulverizó literalmente cuando un particular se lo adjudicó en 49.506.650 (77.244.806 euros) en Sotheby's Londres, el 10 de julio de 2002.

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