viernes, 6 de enero de 2012

Una escena de Pasión: los desposorios místicos de santa Catalina de Siena y Cristo Varón de Dolores

Antes de nada: ¡Feliz Año 2012 a todos! Os deseo que este nuevo año sea una etapa muy especial en vuestras vidas.



Ahora, retomando los retos que habíamos dejado planteados desde hace ya bastante tiempo, empezaremos por esta imagen, algo compleja porque une varios asuntos iconográficos en una sola representación.


Se trata de una vidriera localizada en el museo Victoria & Albert de Londres.

Obra de origen suizo realizada hacia 1650, en ella aparece, por un lado, Cristo como "imago pietatis", imagen muy popular durante los siglos XIII y XIV -aunque perdió su popularidad después del XVI- en la que Jesús sale de su sepulcro mostrando las llagas y, al mismo tiempo, como "Varón de Dolores" según la frase tomada de Isaías (53:3): "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como nos escondimos de él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos", y que se suele identificar por la corona de espinas y todos los instrumentos de la Pasión a su alrededor, como pueden ser los clavos, la esponja o incluso los dados de los soldados que se sortearon sus ropas.

Además, la escena incluye la figura de una santa vestida con el hábito dominico, lo que, junto con la frase de la filacteria ("Ego Sponsabo Te Michi in Fide"), ha hecho que se interprete como una alusión a los desposorios místicos de santa Catalina de Siena (h. 1347-1380). Esta santa vivió durante el siglo XIV, e hizo voto de castidad con siete años, rasurándose la cabeza porque su madre la quería casar. Con 16 años entró en la tercera orden de Santo Domingo y durante toda su vida se dedicó a curar enfermos. Según su leyenda, se obligó a chupar el pus de las heridas de las personas que atendía porque su olor le producía náuseas. Como recompensa ente esta acción, el propio Cristo se presentó ante ella, mostrándole su llaga del costado, que le permitió besar y luego la desposó místicamente, poniéndole un anillo en el dedo (asunto, este último, idéntico al de Catalina de Alejandría). No sufrió martirio, cosa que ella hubiera querido, y murió en Roma en 1380, siendo enterrada bajo el altar mayor de la iglesia dominica de Santa María Sopra Minerva, aunque su cabeza fue reclamada por Siena, su ciudad natal.

Iconográficamente se la identifica por el hábito blanco y negro dominico y lleva un lirio o un crucifijo. Además, en ocasiones puede aparecer con un corazón, porque Jesús le habría dado el suyo propio a cambio del de la santa, y con una corona de espinas, porque fue lo que eligió cuando Cristo le ofreció ésta o una de oro. Finalmente, como san Francisco de Asís, puede llevar los estigmas de la Pasión. El lienzo de Pompeo Batoni en el Museo de Villa Guinigi, Lucca, realizado en 1743 (derecha) presenta todos estos elementos.



RÉAU, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos, A-F, Barcelona, Del Serbal, 1997, pp. 284-289

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