Lo cierto es que los Evangelios canónicos apenas lo mencionan (San Marcos ni siquiera lo nombra), por lo que hay que recurrir a los apócrifos, especialmente el Protoevangelio de Santiago, para conocer algo de su historia. Según ésta, a pesar de descender de la estirpe de David, ejercía la humilde labor de carpintero (o, según una tradición mucho menos difundida, herrero). Tras sus desposorios con María, cuando contaba con más de ochenta años, mientras que ella tenía sólo catorce (vírgenes los dos, según los textos), y el alumbramiento de Jesús, san José lo acompaña a Egipto y lo trae de regreso hasta Nazaret tras la muerte de Herodes para desaparecer después de la narración. No se sabe cuándo murió, aunque se supone que debió ser antes de la Pasión de Cristo, puesto que no aparece en las Bodas de Caná, donde debería haber sido invitado junto a la Virgen, y está ausente tanto en la Crucifixión como en el Descendimiento y posterior Entierro.
Al no existir reliquias personales, se interpretó que, al igual que en el caso de María, su cuerpo se había elevado al cielo. Curiosamente, pasó de ser un personaje apartado de la historia de Jesús durante la Edad Media (en muchas Natividades de esta época aparece relegado a un segundo plano, casi invisible, para que no existiera la posibilidad de considerarlo como verdadero padre de Cristo), a tomar un protagonismo como pocos otros santos han tenido a partir del siglo XVII (cuando se le empieza a representar como un joven de agradable aspecto, en contraposición a lo que los textos decían acerca de su edad) llegando a ser promovido en 1870 a la jerarquía de patrón de la iglesia Universal.
Aunque se le puede encontrar en el episodio de la Huida a Egipto y en su muerte, entre otras escenas, como personaje aislado presenta las siguientes características: por un lado, en el medievo se le representa como anciano de barba blanca (aunque en relación con otras escenas y no de manera individual) y, a partir de la Contrarreforma lo habitual es que aparente unos cuarenta años; puede aparecer como carpintero, con útiles de este oficio, o como padre nutricio de Cristo, en cuyo caso se le reconoce por la vara florecida que alude a su triunfo sobre los demás pretendientes de la Virgen, y normalmente transformada en tallo de lirio, mientras lleva en sus brazos al pequeño Jesús, como en el lienzo que, atribuido a Meléndez, se ponía a la venta en Alcalá Subastas en diciembre de 2004 (imagen superior), aunque también puede estar dándole la mano, de manera semejante a como hace el arcángel Rafael con Tobías.Patrón de los trabajadores (también de la familia y de la buena muerte) y, en concreto, de los de la madera, se convirtió en el santo a quien invocaban los mal alojados o aquellos que no tenían casa, pues no encontró alojamiento en Belén para su esposa y él. Asimismo, su fama de virgen le valió ser invocado por los religiosos para conservar su castidad, recurriéndose a él para reprimir los impulsos de la carne o para "enfriar los ardores", al llevar el cordón de san José sobre la piel.
Mi buen amigo José María Collantes, a quien felicito especialmente por el día de hoy, ha publicado en su blog varias entradas relativas a la imaginería de este santo. Aquí dejo el enlace donde se pueden ver todas ellas, de gran belleza y acompañadas por textos muy interesantes, como suele ser su costumbre: http://arteencadiz.blogspot.com.es/search/label/Imaginer%C3%ADa%20de%20San%20Jos%C3%A9
¡Espero que lo disfrutéis!
Bibliografía: RÈAU, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos G-O, Barcelona, Del Serbal, 1997, pp. 162-171