Una pareja ante una arquitectura: el abrazo ante la Puerta Dorada

Aquí tenemos la solución del último reto: se trata del episodio conocido como "El abrazo ante la Puerta Dorada" y protagonizado por los padres de la Virgen, san Joaquín y santa Ana.
Los evangelios canónicos omiten narración alguna acerca de la vida de María antes de su Anunciación, por lo que hay que acudir a los apócrifos, especialmente al Protoevangelio de Santiago, al Evangelio del Pseudo Mateo y al Evangelio de la Natividad de la Virgen, para todos los momentos anteriores al mencionado. También Voragine tratará dichos asuntos.
El culto de santa Ana, tardío, comienza a finales de la Edad Media, y propiciará el surgimiento de toda una serie de representaciones artísticas relacionadas con ella y su esposo, como la que nos ocupa.

La leyenda cuenta que, tras muchos años de matrimonio estéril -y como el no tener descendencia era símbolo de maldición divina entre los judíos-, Joaquín se retiró en soledad, junto a sus pastores mientras su esposa se quedaba en Jerusalén. Muy pronto, se les apareció el arcángel Gabriel para anunciarles, por separado, el próximo nacimiento de un bebé. Los dos cónyuges se reencontraron ante la Puerta Dorada de Jersusalén -que, según una Biblia del siglo XIV, es el emblema de la puerta del Paraíso-, y de su abrazo (o beso, según las diversas interpretaciones artísticas) se gestaría la Virgen. Es ésta la escena más popular de todo el ciclo de Ana y Joaquín puesto que, además de anunciar la futura natividad de María, se consideró el símbolo de la Inmaculada Concepción.

No existen demasiados problemas para identificar el asunto: es habitual que el artista lo plasme en su obra siguiendo la iconografía de la Visitación de la Virgen, con los dos ancianos abrazándose delante de un fondo arquitectónico que alude a la Puerta Dorada, a veces ella arrodillada y, en ocasiones, con un ángel en la parte superior que puede incluso llegar a dirigir sus cabezas. También a veces se incluyen los pastores entre los que había estado Joaquín en un segundo término. Por ejemplo, en la tabla de Alejo Fernández de la catedral de Sevilla (1508/1512), se pueden ver tanto el ángel como a uno de los pastores en el lado de la izquierda (imagen inferior).

Bibliografía: RÉAU, Louis, Iconografía del arte cristiano. Nuevo Testamento, Barcelona, Del Berbal, 1996, pp. 163-169