domingo, 22 de noviembre de 2009

El descanso en la huida a Egipto también se subastará

De nuevo, la subasta de pintura antigua que se celebrará en Sotheby's Londres los días 9 y 10 de diciembre nos ofrece una pieza curiosa por la iconografía que recoge. Se trata de un óleo sobre lienzo de Arent de Gelder (1645-1727) con la escena de El descanso en la huida a Egipto. Lo curioso no es el asunto iconográfico en sí, dado que ha sido muy repetido a lo largo de los siglos. Lo que resulta realmente llamativo es el modo en que este pintor, casi con seguridad el último discípulo que tuvo Rembrandt, y de hecho el único que se mantuvo fiel a la tradición del maestro tras su muerte, lo plasma.

La historia se encuentra en el Nuevo Testamento y está relacionada con la matanza de los inocentes (http://cuadrosparaunaexposicion.blogspot.com/2009/10/la-matanza-de-los-inocentes-un-record.html). Al igual que ocurría en aquel caso, la huida es mencionada por san Mateo y de manera bastante escueta, aunque tanto los Evangelios Apócrifos como La leyenda dorada de Voragine la adornaron con multitud de sucesos ocurridos supuestamente durante este viaje. Así, dispuesto a acabar con el Niño Jesús, Herodes ordena matar a todos los niños menores de dos años que vivían en Belén pero, gracias al aviso de un ángel, José pudo huir con su esposa y su hijo hacia Egipto. La Sagrada Familia protagoniza esta escena, con san José, llevando por la brida al asno que montan la Virgen y el Niño en muchas ocasiones (en la imagen de la izquierda, en una obra realizada por Patinir en 1515 y que hoy se encuentra en el Real Museo de Bellas Artes de Amberes). En el camino debieron por lógica hacer algún descanso, algo que dio lugar a una simpática leyenda según la cual, María pidió a su esposo que parasen para descansar a la sombra de una palmera y, viendo que estaba llena de dátiles, pidió comer algunos, a lo que siguiendo la orden que el mismo Niño Jesús le hizo al árbol, el tronco se inclinó para permitir que pudieran saciar su hambre. No se incorporó hasta que escuchó de nuevo que así se lo indicaba el Niño y, finalmente, de entre sus raíces brotó una fuente de agua que permitió que la Sagrada Familia bebiera antes de continuar su camino.
Este episodio empezó a ser ilustrado por los artistas a partir del siglo XV, y se pueden encontrar muchas variaciones: con o sin ángeles, con un pino u otra especie en lugar de una palmera, incluso a veces se incluyen a santa Isabel y el pequeño Bautista. Un delicado ejemplo es la obra que pintó Boucher en 1757, hoy en el Hermitage de San Petersburgo, donde la Virgen lee mientras su Hijo juega con su primo el Bautista y el escenario, en el que no faltan el asno, la palmera y la fuente de agua, está lleno de angelitos. Tras el Concilio de Trento, considerando que el asno era indigno de aparecer como montura de la Virgen y Jesús, se le hizo desaparecer (o esa fue la intención, dado que es muy frecuente que se mantenga) y la Sagrada Familia pasó a hacer el largo camino a pie.
Respecto a la obra de De Gelder, que se especializó en pintura de historia, destacando en la representación de asuntos tomados del Antiguo Testamento, y siempre con un marcado interés en la relación entre las figuras y especialmente en las relaciones psicológicas, quería hacer hincapié en el hecho de que los personajes han perdido todo su carácter "sagrado". Están representados como si fueran viajeros, con sus capas y sombreros de viaje e incluso acompañados por su perrillo. Tan solo el asno, en segundo término, nos habla del verdadero carácter de la pintura. Una imagen curiosa que parte desde una estimación de salida entre 334.860 y 558.100 euros.
Fuente: Sotheby's.com

2 comentarios:

  1. Aunque no tega que ver con la iconografía cristiana siempre me ha llamado la atención en este cuadro de Patinir, la cabra, arriba del monte, que creo sale en otras obras del autor. ¿Sólo es una anécdota?........

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  2. Hola Gema

    Bueno, resulta frecuente que ciertos autores repitan elementos en sus cuadros. Por ejemplo, en las imágenes del infierno que pinta El Bosco aparecen figuras ahorcadas que le facilitan un llamativo contraluz al colocarlas delante de puertas o ventanas, detrás de las cuales se puede apreciar el resplandor del fuego. En el caso de Patinir, si te fijas en los perfiles de las rocas, repite lo que tenemos aquí en otras pinturas, como en el "Paisaje con san Jerónimo" de la National Gallery de Londres o en "Las tentaciones de san Antonio" del Prado, tabla que realizó junto a Metsys. Que pinte una cabra en un paisaje montañoso no me sorprende, y menos en un pintor flamenco,con lo dados que eran a los detalles, y que la repita en otras obras puede ser sólo por gusto. De todos modos, si encuentro alguna noticia diferente a este respecto, lo comentaré.

    Un abrazo, Raquel

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