Se trata de un óleo sobre lienzo de Paul Troger (1698-1762) localizado en la Residenzgalerie de Salzburgo y realizado en la primera mitad del XVIII.
El relato estaba narrado en un texto griego fechado hacia 150 a. C., y cuyo original hebreo no se ha localizado, el llamado Libro de Tobías. Los protestantes lo consideran apócrifo, por lo que lo han excluido de la Biblia y, además, argumentan que fomenta el culto de los ángeles, condenado por ellos como una superchería.
Según la versión utilizada, podemos encontrarnos con que los dos personajes, padre e hijo, se llaman Tobías, y así aparecen en la traducción latina de la Vulgata. En España, tenemos una edición de la Biblia por Nácar y Colunga en la que se llama Tobit al padre para poder diferenciarlo de su hijo.
En cualquier caso, la historia nos dice que Tobit, exiliado en Nínive, se dedicaba a enterrar de forma clandestina a los hebreos muertos por Senaquerib. Una noche salió a dormir a la puerta de su casa, sin saber que unos pájaros habían anidado justo sobre el lugar en el que él estaba echado y fue así como quedó ciego, a causa de los excrementos de estos animales que cayeron en sus ojos.
Entonces, encargó a su hijo Tobías que buscara un compañero y fuera a cobrar una deuda que le debía Gabael. Para cumplir con ello, fue acompañado por el arcángel Rafael, quien no descubrió su verdadera identidad, haciéndose llamar Azarías.
De camino el ángel hizo que el joven capturase un
pez -momento mucho más representado en el arte- y guardar su corazón, su hígado y su hiel. Con los dos primeros órganos expulsó a Asmodeo, el demonio que Sara, la hija
de Ragüel, tenía en su cuerpo, para poder casarse con ella y, con la hiel, curó los ojos ciegos de su padre al regresar a su casa. Es éste el momento elegido por Troger y también por Domenico Fetti para una pintura realizada en 1620-1623 (izquierda) y hoy en el Ermitage de San Petersburgo.
Iconográficamente, es fácil identificar esta escena, pues aparece el padre, normalmente sentado y con los ojos cerrados, y su hijo, a su lado o detrás de él, le frota los ojos con la hiel tomada del pez. Además, Ana -la esposa de Tobit-, el ángel, e incluso el perro que acompañó al joven en su aventura, suelen estar también presentes.
Otro post sobre la historia de Tobías y su padre en: http://cuadrosparaunaexposicion.blogspot.com/2010/10/descubierto-un-nuevo-rembrandt.html
Bibliografía: Louis RÉAU, Iconografía de la Biblia. Antiguo testamento, Barcelona, Del Serbal, 1996, pp. 368-378
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.