Su vida transcurrió a finales del siglo III y muy pronto su leyenda se apropió de la de Dionisio el Areopagita, personaje al que se refieren los Hechos de los Apóstoles, y que habría sido convertido por san Pablo, llegando a ser obispo de Atenas. Así, después de ser el jefe de la comunidad cristiana de este lugar, pasa a la Galia, llegando a ser el primer obispo de París, donde sería detenido por el emperador y sufriría todos los suplicios que se les reserva a los primeros mártires, soportándolos todos con estoicismo y resignación. Finalmente, Dionisio será decapitado junto con dos compañeros, el sacerdote Eleuterio y el diácono Rústico.
Sin embargo, tras la ejecución, el santo se pone en pie y, cogiendo su cabeza con las manos, se pone a andar hasta el lugar de su tumba.
Se trata, probablemente, del santo cefalóforo más conocido, y su figura es fácil de identificar: puede aparecer con el cuello cortado, llevando su cabeza entre las manos (imagen izquierda) o con dos cabezas, una de ellas sobre los hombros (imagen derecha). Como obispo que fue, suele llevar también una mitra.
Su culto, originado en París, pasó a Alemania, siendo especialmente querido en Baviera, e Italia. Los reyes de Francia lo convirtieron en patrón de su reino y en el 639, el rey Dagoberto trasladó sus reliquias a la iglesia de Saint Denis.
Bibliografía: DUCHET-SUCHAUX, Gaston y PASTOUREAU, Michel, La Biblia y los santos, Madrid, Alianza Editorial, 2003, pp. 136-137
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