Se trata de un óleo sobre lienzo de Felipe Gil de Mena (1603-1673) localizado en el Museo Nacional Colegio de San Gregorio, en Valladolid.
Representa un episodio de la vida del profeta Elías (II Reyes, 19), cuyo nombre significa "Mi Dios es Yavé", en el que se narra cómo tuvo que huir de la cólera de la reina Jezabel y, en el desierto, desesperado por la situación, fue socorrido por un ángel, que le llevó pan y agua, con los que pudo caminar durante cuarenta días y cuarenta noches .
Se ha considerado una prefiguración eucarística, como tantos otros momentos del Antiguo Testamento.
Además de un físico de anciano barbado, como es habitual, lleva su característica espada flamígera, que recuerda la llama caída del cielo después de que desafiara a los sacerdotes del dios Baal en el monte Carmelo. Vestido con túnica marrón y capa blanca, que será el habito de los carmelitas, quienes lo reivindican como fundador de su orden, a veces puede llevar una piel de cabra, también.
Quizá una de las imágenes más famosas que plasman esta escena es la tabla de Dierick Bouts (derecha), que forma parte de su tríptico del Santísimo Sacramento, en la iglesia de San Pedro de Lovaina. Al contrario de lo que resulta habitual, el pintor flamenco no lo representa como anciano, y tanto el pan como el agua aparecen en el suelo en un segundo plano, en vez de llevados por el ángel.
Bibliografía: Louis RÉAU, Iconografía de la Biblia. Antiguo Testamento, Barcelona, Del Serbal, 1996, pp. 401-412
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