La historia del abanico está íntimamente ligada al desarrollo de la Humanidad. Desde los antiguos egipcios, cuando el abanico se confeccionaba con plumas y servía, a un tiempo, para dar aire y espantar insectos, hasta el día de hoy, los materiales, formas y usos han ido variando. Pasó de ser un objeto eminentemente práctico a ponerse de moda como signo de elegancia y modernidad en el XVIII, mientras que, dos centurias más tarde, se convertiría en uno de los objetos de colección más perseguidos. Importantes coleccionistas de estas piezas se han dado en España, como la reina Isabel de Farnesio o, avanzado el tiempo, Paula Florido, esposa de José Lázaro Galdiano.
Casados en 1903, no fue hasta el 27 de mayo de 1909 cuando Parque Florido, el palacete neorrenacentista que habría de convertirse en el actual museo de la Fundación Lázaro Galdiano, se inaugurase como residencia familiar con una gran fiesta que se convirtió en un destacado evento social. Para conmemorar este centenario, la Fundación Lázaro Galdiano junto con la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), bajo la coordinación del Ministerio de Cultura, nos ofrecen la posibilidad de disfrutar de casi cincuenta de los ochenta y siete abanicos que forman la colección completa. El propio José Lázaro realizó importantes aportaciones a la colección de su mujer, a quien regalaba todos los años un abanico con motivo de su cumpleaños, el 15 de enero, y otro el día de su santo, el 29 de junio.
La muestra se podrá visitar de forma gratuita hasta el 16 de agosto, todos los días a excepción del martes, día de cierre del museo. En ella se encuentran piezas de los siglos XVIII y XIX que nos ofrecen la posibilidad de observar el desarrollo de este objeto, que se va haciendo más sofisticado -utilizando marfil y nácar para el varillaje-, y con mayor vuelo según avanza el tiempo. El uso de piel de cabritilla, vitela o pieles finas fue frecuente en España para la realización del país -parte superior del abanico que une las varillas. En los abanicos de baraja no existe, dado que están realizados sólo por el varillaje- y, en cuanto a los asuntos que se representaban en él, podían ser mitológicos, alegóricos, paisajes o escenas galantes, entre otros.
Dentro de la exposición destaca el abanico conmemorativo de la boda del Delfín de Francia, Luis Fernando, con la Infanta española María Teresa Rafaela en 1745 o un ejemplar inglés decorado con motivos pompeyanos de finales del siglo XVIII (en la imagen), entre otros. Todos, eso sí, en magnífico estado gracias a las labores de restauración y conservación relizadas por la Fundación en los últimos años. La exposición incide en el abanico como parte integrante del adorno femenino, pero también como creador de un lenguaje desplegado en los paseos o en los bailes, actividades fundamental en la sociedad moderna, con el que se podía saludar afecutosamente a un amigo desde la distancia o rechazar sin contemplaciones a un pretendiente no deseado.
Además, con motivo de la celebración de este centenario, hasta el día 1 de junio la entrada a la colección permanente será gratuita, un motivo más para acercarse hasta la sede de este magnífico museo.
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