Aquí tenemos la respuesta del reto de la pasada semana: se trata de san Clemente, como bien habíais ido esbozando.
De escuela española y fechada a principios del siglo XV, esta tabla de 112 x 87,5 cm saldrá a subasta el próximo 24 de noviembre en Christie's con una estimación que parte de 30.000-50.000 €, en Milán, aunque bajo el título de san Vicente.
Los dos santos habían sido mencionados en vuestros comentarios, y con razón, porque compartieron un martirio similar, aunque, como observaba Jesús, a san Vicente le ataron una rueda de molino al cuello.
La leyenda de este mártir cuenta que Clemente era hijo de un senador romano, y que se convirtió al cristianismo después de escuchar a san Pedro en Roma, aunque no le sucedería inmediatamente en el solio papal. Uno de sus milagros cuenta cómo Teodora se convirtió al cristianismo gracias a él, prometiendo mantener su castidad para siempre. Por ese motivo, el marido enfureció y quiso vengarse de Clemente, pero quedó ciego, junto con los criados que querían ayudarle, quienes, en vez de atar al santo para arrastrarle por el suelo, como querían, hicieron lo propio con las columnas de la casa de Sisinio, el esposo en cuestión.
Otro episodio de su vida, que tuvo como consecuencia directa su martirio, narra cómo fue desterrado y condenado a trabajos forzados en Crimea por el prefecto Mamertino. Allí encontró muchos cristianos que se quejaban de sed, ante lo cual, el santo rezó por ellos, y tuvo una visión en la que un cordero le señalaba un lugar en una pared rocosa de la que brotó una pequeña fuente. El milagro provocó más conversiones, por lo que le ataron un ancla al cuello y le arrojaron al Mar Negro, para impedir que su cuerpo fuera rescatado por sus seguidores.
La leyenda cuenta que unos ángeles levantaron bajo el agua una ermita y todos los años, el día de su martirio, las aguas se retiraban durante siete días para permitir su culto. Incluso, una vez, unos padres se dejaron olvidado a su hijo pequeño y, cuando volvieron al año siguiente, pensando recuperar su cadáver, lo encontraron milagrosamente vivo.
Iconográficamente, se le representa como papa y con el ancla, símbolo de su martirio, que además es también el símbolo parlante de la Esperanza como virtud, como se ve en la escultura del titular del sevillano monasterio de San Clemente (a la derecha).
Respecto al asunto del ancla, y por no extenderme más en esta entrada, lo veremos más detenidamente cuando hable de las virtudes (tanto las teologales como las cardinales), que es otro post que me gustaría incluir.
Fuente: Juan CARMONA MUELA, Iconografía de los santos, Akal, Madrid, 2009, pp. 86-87
Fuente: Juan CARMONA MUELA, Iconografía de los santos, Akal, Madrid, 2009, pp. 86-87
Imágenes: Christie's.com y http://www.rafaes.com/advocacion-san-clemente.htm
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