ATENCIÓN

Gracias a todos los que leyeron mi anterior aviso sobre las imágenes de san Juan Nepomuceno. Habéis sido muchos quienes me escribisteis para darme noticia de algún Nepomuceno que conocíais, y os lo agradezco de veras.

Ahora, siguiendo con otras investigaciones, estoy centrada en varios asuntos y quería volver a pedir vuestra colaboración: si alguien conoce cepillos limosneros con representaciones de santos y no le importa hacérmelo saber o mandarme una fotografía (raquelsiguenza@msn.com), lo agradeceré igualmente. También tengo interés en imágenes de ánimas (cuadros de ánimas, los mismos cepillos que mencionaba...)

¡Muchísimas gracias a todos por vuestra ayuda!

Iconografía oculta

Un apartado en el que todo el mundo puede participar. Cada semana os invito, a modo de juego, a descubrir qué se representa en una imagen. Podemos, entre todos, ir aportando pistas que, sin desvelar por completo el asunto, nos acerquen a la solución. Si tenéis interés por la iconografía, tanto cristiana como clásica, os animo a que enviéis vuestras opiniones. ¡Será divertido!





















sábado, 6 de junio de 2009

La Inmaculada Concepción

Iniciamos un nuevo apartado dedicado a la iconografía, tanto clásica como cristiana. La idea es comentar, desde el punto de vista iconográfico, piezas que podemos ver en museos y subastas. La intención es que podamos, poco a poco, ir descubriendo quiénes son esos personajes que nos miran desde el otro lado de la obra de arte.

Para empezar, una imagen muy habitual en el arte español: la Inmaculada Concepción. Elegimos la que pintó Giambatista Tiépolo entre 1767 y 1769, encargo real destinado a la iglesia de San Pascual en Aranjuez, hoy en el Museo del Prado.

La Inmaculada Concepción refleja la idea de que María fue concebida sin pecado original y en ningún caso tiene relación con su virginidad. Suele aparecer vestida con túnica blanca o rosa (colores relacionados con la pureza) y manto azul (relativo al cielo), aunque en la escultura se da con frecuencia la parición de ropajes estofados. Ssuspendida en el aire, a su alrededor se despliega un paisaje más o menos definido, en el que se disponen una serie de símbolos tomados del Cantar de los Cantares y las Letanías Lauretanas, aunque pueden desplegarse, como en este lienzo, en una escenografía que alude al ámbito celestial sin mayor detalle.

Entre estos elementos están el sol y la luna, la fuente sellada, la puerta del cielo, el cedro del Líbano, la palmera de Sión, la rosa sin espinas, la vara de azucenas, el jardín cerrado, la torre de David -referida en este caso mediante un obelisco en último término- y, especialmente, el espejo sin mancha que alude claramente a las condiciones de su concepción. Lo habitual es que el espejo aparezca en manos de alguno de los angelitos que rodean a la Virgen, siendo muy curioso que Tiépolo lo coloque apoyado en una nube y casi oculto detrás de la palmera del preimer término. El creciente lunar sobre el que se apoya María, la serpiente y las doce estrellas que cincundan su cabeza remiten a la mujer del Apocalipsis que viera san Juan Evangelista durante su destierro en la isla de Patmos y, con frecuencia, aparecen en otras imágenes que no son Inmaculadas, sobre todo la luna y las estrellas.

Resulta importante incidir en ello: en ocasiones resulta difícil decir si estamos ante una Inmaculada o una Asunción, especialmente cuando no tenemos ante nosotros los mencionados elementos que hablan de su concepción sin pecado.

La Asunción de la Virgen (en la imagen, un lienzo de Juan Martín Cabezalero, de mediados del XVII, también en el Museo del Prado) explica cómo María fue trasladada en cuerpo y alma al cielo después de que acabaran sus días en la tierra y, en ambos casos, la figura se encuentra elevada en el espacio. En la imagen no cabe lugar a confusión, pero en el caso de esulturas exentas o relieves sin otros personajes, pueden surgir las dudas. Durante mucho tiempo se pensó que la clave para saber si se trataba de una u otra estaba en la mirada: si ésta se dirigía hacia arriba, era una Asunción y, al dirigirse hacia abajo, se trataba de una Inmaculada. No siempre sirve esta explicación. Más válido es, por el contrario, fijarse en el movimiento de la imagen, que será ascensional en el caso de la Asunción, y muchas veces rodeada por ángeles que la impulsan, mientras que la Purísima baja a la tierra o se mantiene estática.
Éstas son las características básicas que identifican a la Inmaculada, aunque siempre se pueden encontar variaciones y relaciones con otras iconografías, lo que hace muy interesante el estudio de las imágenes desde este punto de vista.

(Imágenes tomadas de: http://museoprado.mcu.es/)

5 comentarios:

  1. Muy interesante la descripción de los símbolos del Cantar de los Cantares, etc. que desconocía. ¿No suele tener un porte algo más mayestático, por así decirlo, como Inmaculada?
    Es cierto que hay muchos que confunden la concepción con la virginidad. A propósito de aquélla, no hace mucho que supe que la palabra “intemerata”, empleada por nosotros en locuciones como “esto es la intemerata” para indicar que algo ha llegado a lo sumo, proviene del latín y significa no manchada. Como en otros casos, ha sido tomada de letanías y otros rezos pero se le ha dado un significado muy distinto por desconocimiento de dicha lengua. Salvando las distancias, es un caso parecido a “galimatías” o “adefesio”, palabras que también me hacen mucha gracia. Incluso en francés se emplea “galimatias” con igual significado.
    Más complejo, a mi juicio, es la distinción que algunos han descrito a propósito de la Anunciación y la Encarnación, de la que imagino también nos comentará en alguna ocasión; se habla del arcángel apoyado o no, de las alas, etc. Los franceses tienen incluso un verbo, “obombrer” (cubrir con una sombra para proteger), empleado sobre todo en textos como el pasaje del evangelio de San Lucas: “…y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…”

    Jesús.

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  2. Hola Jesús!

    Perdón, he tardado un poco en contestar porque tengo cada vez más cosas que hacer, pero ya estoy aquí.

    Gracias por sus palabras, y gracias por aportar ideas tan interesantes.

    Respecto a la distinción entre Anunciación y Encarnación, desde luego es un asunto sobre el que quiero escribir, pero de entrada resulta difícil diferenciar ambos momentos (se puede decir que ocurren al mismo tiempo), y sólo en el caso en que aparezca el detalle del Niño Jesús "viajando" en un rayo de luz hacia el vientre de la Virgen, se podría hablar claramente de Encarnación (y de todos modos, no tuvo un gran predicamento porque Trento lo consideró indecoroso). Aunque como digo, ya lo veremos más despacio.

    Un saludo, Raquel

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  3. Ojeando hace unos días un libro que tengo sobre una exposición de Luis de Morales, el Divino, encontré dos tablas tituladas “La Anunciación” con paloma y rayo, una en el museo catedralicio de Badajoz y otra en la localidad fronteriza de Elvas (Portugal).

    Jesús.

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  4. Ojeando mientras hojeaba, naturalmente.

    Jesús.

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  5. jeje!

    ¿Con el Niño dentro del rayo, Jesús? Porque no es una iconografía demasiado habitual y, personalmente, me resulta muy simpática.

    Por cierto, y en relación con la Inmaculada, he leído una noticia que puede ser de interés acerca de un lienzo propiedad de la Fundación Focus-Abengoa. Se trata de una Inmaculada que unos especialistas atribuyen a Velázquez y otros a Cano y que el Prado está estudiando ahora con detenimiento con motivo de una exposición que se celebrará el próximo año. Esperemos que puedan llegar a alguna conclusión definitiva. Aquí está el enlace: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/04/13/andalucia_sevilla/1271172033.html

    Saludos, Raquel

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