Igualmente, resulta interesante señalar que son diosas con significados opuestos dado que, mientras una representa el amor y la sensualidad, la otra es imagen de la castidad. Habrá que tener cuidado para no confundirlas también en otro episodio en el que Venus se hace pasar por Diana para presentarse ante Eneas, con el vestido corto y portando un arco, como es característico de la otra diosa.
Uno de los mitos más frecuentes se refiere a su episodio amoroso con Adonis. Este mortal había nacido de la pasión incestuosa entre Mirra y su padre Cíniras quien, al enterarse de la identidad de la mujer que se acostaba junto a él por las noches, intentó matarla. Para evitarlo, los dioses la convirtieron en árbol y más tarde la corteza se abrió, saliendo el niño. Apasionado por la caza, murió corneado por un jabalí que según algunos era el dios Ares, celoso. Muchos artistas eligen el momento en que la diosa intenta detener a su amado puesto que conoce el destino que le espera si sale de cacería, como hizo Tiziano en el lienzo que hoy podemos contemplar en el Museo del Prado (izquierda).
Una vez más, es imprescindible fijarse en los atributos de los personajes puesto que, en este caso, existe otra escena protagonizada por Diana que puede llegar a confundirse. Se trata de los amores que mantuvo con Endimión, joven pastor del que se había enamorado y para el que consiguió que Zeus le concediera un deseo. Pidió el muchacho permanecer eternamente joven, por lo que cayó en un sueño perpetuo pero con los ojos abiertos, para no dejar de mirar a su amante. La escena nos suele presentar, sin embargo, al pastor con los ojos cerrados, rodeado de perros y ovejas, en el regazo de la diosa, identificada por sus atributos (a la derecha, lienzo de Boucher en la National Gallery de Washington). Precisamente por su similitud, en ocasiones se encuentran ambas representaciones -Venus y Adonis, y Diana y Endimión- formando pareja.
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