Los mitos grecolatinos están llenos de historias de amor y venganza. Amores entre dioses, con mortales, persecuciones, raptos y violaciones. Pero también castigos. Castigos a otras divinidades y, especialmente, castigos a los mortales. Para los griegos, lo peor que un humano podía hacer era cometer el pecado de soberbia ("Hybris") contra los dioses, aunque existían otros errores o faltas y, en todos los casos, las represalias eran despiadadas, como bien se refleja, por ejemplo, en el mito del joven cazador Acteón.
Según los clásicos, era éste nieto de Apolo y había aprendido el arte de la caza de mano del centauro Quirón. Las fuentes no se ponen de acuerdo en la falta cometida; para unos, el muchacho se había jactado de ser mejor cazador que la propia diosa Ártemis (Diana para los romanos), según otros, en cambio, intentó violarla en su propio templo y, finalmente, hay una tercera opinión, que habla de un descuido, por el cual Acteón descubrió sin querer a la diosa desnuda mientras se bañaba junto a sus compañeras en el monte Citerón -versión adoptada por los artistas, como en la obra de Rubens de la imagen superior, donde Ártemis se identifica con la diadema coronada por una media luna y el cazador por sus atributos como tal (flechas, perros, carcaj...)-.
Sea como fuere, Diana no se lo pensó dos veces y castigó cruelmente al joven, transformándolo en ciervo y permitiendo que fuese devorado por la jauría de perros que habitualmente le acompañaba. Después, los animales buscaron desconsolados a su amo, llegando hasta la cueva donde vivía Quirón, quien, para calmarlos, creó una figura que representaba fielmente a Acteón. Iconográficamente, se suele representar al joven descubriendo a la diosa virgen. Muchas veces se ve su transformación en ciervo y el ataque de los perros, como puede apreciarse en la fuente realizada por Vanvitelli para el Palacio de Caserta (imagen derecha).
Aunque es un asunto más habitual en pintura, puede darse también en escultura, como acabamos de comentar, e incluso en artes decorativas. Un buen ejemplo se acaba de subastar en Alcalá. Se trata de un plato en cerámica de Talavera fechado a finales del XVII o principios del XVIII cuyo asiento se decoraba con la imagen de este personaje (sobre estas líneas).
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