Una vez más, es Ovidio la fuente de esta leyenda. Según las Metamorfosis, Júpiter (Zeus) se había enamorado de Io, hija del dios fluvial Ínaco, llevándosela para unirse a ella. Sin embargo, tuvo que transformarla en vaca para evitar las sospechas de su esposa Juno (Hera) quien, consciente de que podía haber un engaño, le pidió como regalo al animal.
Así ocurrió, aunque la diosa no estaba segura de su esposo, por lo que encargó a Argos, un ser mitológico que tenía cien ojos, de los cuales sólo descansaban cincuenta cada vez que lo necesitaba (según Ovidio, pues otros autores hablan de un número diferente de ojos), que vigilara su nuevo regalo.
Júpiter, deseando estar con su amada, ordena entonces a Mercurio (Hermes) que acabe con el vigilante y le devuelva al animal.
Dicho y hecho: el dios de los engaños logró dormir a Argos, cortándole la cabeza y lanzándola entre las espesura del bosque, para hacerse con Io y llevarla ante Júpiter.
Cuando Juno vio lo ocurrido, apenada y a modo de homenaje, recogió los ojos de Argos y los colocó en la cola del pavo real, que hasta ese momento no era ocelada.
Este autor, como muchos otros, ha elegido el momento en que Mercurio duerme a Argos, aunque también se pueden encontrar ejemplos en los que los artistas reflejan a Juno ante el cuerpo inerte del guardián, como hizo Gregorio de Ferrari en este lienzo (a la derecha) del Louvre.
Fuente: Ovidio, Metamorfosis (Libro I). Imágenes: http://www.artcyclopedia.com/scripts/tsearch.pl?t=argus&type=2
http://www.wga.hu
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