Afrodita, diosa del amor, no sólo protagoniza escenas eróticas sino que también las propicia. Como muestra nos acercamos al "Juicio de Paris". La leyenda narra cómo, con ocasión de las bodas de Tetis y Peleo, todos los dioses fueron invitados a la fiesta excepto Eris -o Éride-, la diosa de la Discordia, se vengó arrojando una manzana sobre la mesa nupcial con la inscripción "para la más hermosa”, consciente de la disputa que esto traería consigo. Tal como Éride quería, tres diosas, Afrodita, Atenea y Hera, se creyeron dignas de semejante honor y para decidir la querella, Zeus, quizá por no querer verse involucrado en semejante polémica, delegó en el pastor Paris, de quien se esperaba un juicio justo pues había pasado su vida alejado de las pasiones mundanas. Cada una de las diosas intentó conseguir la manzana, ofreciéndole a cambio un don a Paris, y finalmente el mortal se decantó por el de Afrodita, que le había prometido conseguir a Helena, la esposa de Menelao, de la que estaba enamorado. Por supuesto la consiguió, aunque dando lugar a la guerra de Troya como resultado. La representación habitual muestra al joven con la manzana en la mano frente a las tres divinidades, muchas veces acompañados por Hermes (Mercurio), dios mensajero que fie el encargado de llegar hasta el pastor para encomendarle su misión, o bien después de haberle entregado la fruta a la elegida. Tanto ésta como la escena en la que Venus se encuentra con Adonis, de la que ya hemos hablado en otro post, fueron muy frecuentes durante los siglos XVI y XVII, debido a la imposibilidad que tenían los comitentes de encargar desnudos femeninos sin que tras ellos hubiera una excusa religiosa o mitológica que los justificara.
Imagen: El Juicio de Paris (1638), de P.P. Rubens, en el Museo del Prado
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