ATENCIÓN

Gracias a todos los que leyeron mi anterior aviso sobre las imágenes de san Juan Nepomuceno. Habéis sido muchos quienes me escribisteis para darme noticia de algún Nepomuceno que conocíais, y os lo agradezco de veras.

Ahora, siguiendo con otras investigaciones, estoy centrada en varios asuntos y quería volver a pedir vuestra colaboración: si alguien conoce cepillos limosneros con representaciones de santos y no le importa hacérmelo saber o mandarme una fotografía (raquelsiguenza@msn.com), lo agradeceré igualmente. También tengo interés en imágenes de ánimas (cuadros de ánimas, los mismos cepillos que mencionaba...)

¡Muchísimas gracias a todos por vuestra ayuda!

Iconografía oculta

Un apartado en el que todo el mundo puede participar. Cada semana os invito, a modo de juego, a descubrir qué se representa en una imagen. Podemos, entre todos, ir aportando pistas que, sin desvelar por completo el asunto, nos acerquen a la solución. Si tenéis interés por la iconografía, tanto cristiana como clásica, os animo a que enviéis vuestras opiniones. ¡Será divertido!





















jueves, 13 de enero de 2011

El primer reto del año 2011: la parábola de las vírgenes necias y prudentes


La semana pasada proponíamos esta imagen. Es un óleo sobre lienzo de José Camarón (87 x 67 cm) vendido por 25.000 € en la subasta del pasado 30 de noviembre de Fernando Durán.

Iconográficamente, representa la parábola de las vírgenes necias y las vírgenes prudentes, si bien no del modo habitual.

Según el texto bíblico, narrado en el evangelio de san Mateo (25: 1-13), Jesús explica que el reino de los cielos es semejante a diez vírgenes que salen a recibir al novio que llega hasta el festejo nupcial. Cinco de ellas, las prudentes, además de coger sus lámparas, llevan aceite consigo, más las necias no toman este último. El novio se retrasa y todas se quedan dormidas de modo que, cuando él aparece, y las mujeres abren los ojos, las vírgenes insensatas les piden aceite a las prudentes quienes, sin embargo, se lo niegan y les dicen que vayan a comprar, para evitar que a ellas mismas les falte. Así, mientras iban a por más aceite, el novio llegó, y entró a la boda con aquellas cinco vírgenes que habían sido precavidas, cerrando la puerta tras de sí. Al volver las otras cinco, llamaron y pidieron que se les abriera la puerta, pero se les respondió: "De cierto os digo que no os conozco. Velad pues, porque no sabéis el día ni la hora (en que el Hijo del Hombre ha de venir)".
Con esta parábola se alude a la segunda venida de Jesucristo, para la que se debe estar preparado. Según la tradición judía en tiempos de Jesús, las vírgenes amigas de la novia formaban un cortejo para esta,
y la conducían desde la casa de su padre a la del marido y esperaban al futuro esposo cerca del lugar donde se celebraría la fiesta, para iluminar su camino con lamparas a su llegada, dado que la ceremonia se realizaba de noche, y eso es lo que se narra en la parábola.
En la catedral de Berna (Suiza), se encuentra esta portada decorada con la misma parábola. Las esculturas son de Erhart Küng Steinmetz (imagen izquierda). Es un asunto de una relativa frecuente aparición en las catedrales góticas de Francia y Alemania, colocando a las necias en un lado de la portada central de la fachada -la que suele presentar a Cristo Juez en el tímpano- para, al otro lado, disponer a las prudentes, y que tiene relación con el Juicio Final, reconociendo en las vírgenes prudentes a los elegidos y en las necias a los réprobos y hace alusión a la vigilancia constante que se debe tener para que no nos sorprenda la muerte y el día del Juicio.

Menos habitual tras la época medieval, se puede
observar en esta pintura de Wilhelm von Schadow, en el Städel Museum, de Francfort, en la que el novio aparece perfectamente identificado como Cristo.
En este "reto" no teníamos a las diez vírgenes, que es lo habitual. Es una versión un tanto particular y poco frecuente, como también podemos encontrar alguna pintura en la que una de las necias está pidiendo aceite, o bien las prudentes se disponen a entrar en el edificio siguiendo a otro personaje, como un ángel, o las necias se encuentran ante la puerta cerrada, golpeándola sin resultado.
En cuanto al número cinco, es una cifra simbólica que se corresponde con las llagas de Cristo, los sentidos o los libros de Moisés. Y también, con las estrellas que rodean la cabeza de san Juan Nepomuceno y que le identifican y diferencian del resto de los santos.
No era, efectivamente, un reto fácil.
Fuente: REAU, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia. Nuevo Testamento, Barcelona, Del Serbal, 1996, pp. 368-374

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