Después de narrar el castigo de los campesinos licios, que Leto (Latona para los romanos. Ver: http://cuadrosparaunaexposicion.blogspot.com/2009/11/latona-y-los-campesinos-licios.html) convirtió en ranas, Ovidio alude en sus Metamorfosis, a la historia de Apolo y Marsias.
Aparece también en los Fastos de este mismo autor, en la Biblioteca de Apolodoro y en la Descripción de Grecia de Pausanias. Según la leyenda, Atenea (la Minerva romana) había inventado el aulós, instrumento de viento parecido a un oboe y hecho de caña u otros materiales, pero viendo que al tocarlo su cara se deformaba, lo tiró donde nadie pudiera encontrarlo.
Sin embargo, el sátiro Marsias tropezó con él y, al darse cuenta de que le resultaba muy fácil tocarlo, llegó a retar al propio Apolo a un concurso para demostrar quien de los dos era mejor músico. El dios, hijo de Leto y Zeus, impuso la condición de tocar sus respectivos instrumentos al revés o -según otra versión del mito- cantar y tocar al mismo tiempo. En ambos casos, algo imposible con un instrumento de viento. Para el vencedor, el premio sería hacer con el otro contrincante cualquier cosa que quisiera.
Como era de esperar, Apolo ganó el reto, desollando vivo a Marsias como castigo. Sátiros, faunos y ninfas lloraron la suerte de este infeliz, y sus lágrimas dieron lugar al nacimiento del río más limpio y cristalino de Frigia, que tomó el propio nombre de Marsias.
En el arte, es un asunto que se identifica rápida y claramente. Lo normal es la representación del castigo, por lo que aparece el sátiro atado a un árbol mientras Apolo, rubio y muchas veces coronado de laurel, como en la obra de Ribera del Museo napolitano de San Martino (imagen superior izquierda), lo despoja de su piel. Pueden aparecer, o no, los sátiros y ninfas que lloraron esta desgracia. El barroco, con ese gusto por las expresiones patéticas y los asuntos escabrosos, fue el momento en que más se utilizó esta historia como motivo de representación artística.
Marsias puede aparecer como sátiro, con la parte inferior de su cuerpo de macho cabrío, tal y como lo representó Luca Giordano (imagen superior derecha) o bien como humano (en la obra de Johann Liss, de la Galería de la Academia, imagen inferior derecha). Curiosamente, el instrumento que pinta Giordano en primer término no es un aulós sino una flauta de Pan, muy relacionada con el mundo pastoral en el que se desenvolvían faunos, sátiros y ninfas.
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