La semana pasada proponía una imagen que podría confundirse con el Anuncio a la mujer de Manué. Se trata de la escena de Agar y el ángel (a la derecha, en la interpretación de Pittoni).
Según narra la Biblia en el capítulo 16 del Génesis, Abram (tal fue su nombre hasta que selló un pactó con Jehová, y cambió a Abraham) estaba casado con Sarai, quien no podía darle hijos porque era estéril.
Para lograr una solución, Sarai decidió cederle a su criada Agar, con quien tuvo un hijo, de nombre Ismael.
Pero la esclava empezó a mirar a Sarai con aires de superioridad, por lo que ésta decidió expulsarla de su casa. En pleno desierto, y después de que se le hubiera acabado el agua, Agar recibió la visita de un ángel que le indicó una fuente donde podría llenar el odre para saciar la sed de su hijo.
Lo normal es que aparezcan los tres personajes en un paisaje: Agar, el ángel señalando a la fuente de agua e Ismael, habitualmente dormido, como en la imagen superior. Aunque se supone que estaban en el desierto, los artistas tendieron a representar un bosque o paisaje más o menos bucólico.
En la pintura de J. Mostaert (a la izquierda), que se encuentra en el Museo Thyssen, podemos observar la narración de toda la historia, con la expulsión en el primer término y, en el fondo, el momento en que el ángel aparece ante Agar.
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