Han sido seis años de duro trabajo, pero el resultado acaba de ver la luz: el catálogo razonado de la pintura holandesa del Museo del Prado. Se ha depurado la colección corrigiendo errores de atribución, devolviendo a la escuela flamenca algunas piezas consideradas holandesas durante mucho tiempo, y se han propuesto nuevas identidades iconográficas. La más llamativa se encuentra en el único Rembrandt que conserva el Prado (a la izquierda). Identificada desde antiguo como las reinas Sofonisba o Artemisa, gracias al reciente estudio se propone ahora como la representación de "Judit en el banquete de Holofernes". Ahora se expone en una muestra donde, junto a ella, se podrá ver hasta el 11 de abril no sólo pinturas religiosas o históricas sino también géneros muy relacionados con la tradición holandesa como marinas, paisajes, naturalezas muertas y retratos de autores como Salomon de Bray, Cornelisz van Harlem, Wtewael, así como algunos de los paisajes italianizantes que Felipe IV encargó para el palacio del Buen Retiro, de mano de Herman van Swanevelt y Jan Both.
Oportunidad única por partida doble, dado que se expone también el lienzo de Frans Hals, y Pieter Codde "La compañía del capitán Reijnier Reael y el teniente Cornelis Michielsz Blaeuw", en una sala contigua. Muy característico de la pintura holandesa de los siglos XVI y XVII, pertenece al tipo de retrato de grupo conocido como “compañía de milicianos”, cuerpos de voluntarios formados por las élites urbanas que existían en Holanda desde finales del siglo XVI y cuyo ejemplo más conocido es la llamada "Ronda de noche" de Rembrandt. Con frecuencia encargaban retratos, como éste, costeados por ellos mismos, para sus lugares de reunión. Pieza de grandes dimensiones (209 x 429 cm), se trata de un préstamo por parte del museo holandés que entra dentro de la iniciativa denominada “la obra invitada” y permanecerá en Madrid hasta el 28 de febrero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.