De origen egipcio, san Antonio Abad, también llamado san Antón, se retiró al desierto, donde sería tentado por el diablo en muy diversas formas (una de las representaciones más habituales de este santo es, precisamente, la de sus tentaciones). Según la tradición, murió con 105 años y fue enterrado en un lugar secreto por sus discípulos, aunque doscientos años después sería encontrado por revelación divina y su cuerpo se llevó a Alejandría y luego a Constantinopla. En el siglo X, un caballero francés se llevó las reliquias a Vienne, desde donde empezó a extenderse su culto, especialmente a partir de finales del XI, ciando se fundó la Orden Hospitalaria de San Antonio.
Se le representa como un anciano, con túnica blanca, escapulario, manto y capa con capucha marrón y sus atributos son el cerdo, que suele llevar una campanilla al cuello, dado que los monjes antoninos criaban estos animales, con cuya grasa trataban la enfermedad conocida como "fuego de san Antonio". Tenían en privilegio de circular libremente por la calle, siempre que estuvieran identificados mediante la mencionada campanilla. Además, lleva un libro indicando que conocía las Sagradas Escrituras por revelación divina, y su báculo suele rematar en forma de tau, que en este lienzo aparece suspendida en el cielo. A veces aparece un fuego (sostenido en una de sus manos o a sus pies, por ejemplo), que alude a su intercesión en esta enfermedad.
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