Sansón es un personaje legendario sin ninguna realidad histórica. Su historia aparece narrada en el Libro de los Jueces, 13-16, (el episodio de Dalila en Jc, 16: 4-20), aunque no es un juez sino un gigante brutal y limitado, esclavo de los sentidos, que se deja engañar por las mujeres. Su popularidad nunca ha sido importante entre los judíos y su fortuna se debe más al cristianismo, pues fue considerado prefiguración de Cristo.
Como figura aislada, las miniaturas bizantinas lo representaron como un hombre imberbe con una larga cabellera recogida en trenzas. En el arte medieval la iconografía más frecuente lo representa en su combate con el león, mientras que el arte moderno insiste más en la traición de Dalila.
Fue esta mujer su amante, a quien los filisteos le pidieron que descubriera el secreto de su fuerza a cambio de dinero. Ella lo intentó tres veces en las que sólo consiguió respuestas falsas, que después revelaba a los filisteos, quienes intentaban apresarle sin éxito. A pesar de que Dalila había demostrado estar dispuesta a traicionarle, Sansón le reveló finalmente que el secreto de su fuerza residía en su cabello y que la perdería si se lo cortaba. Ella lo durmió en sus rodillas y un hombre le rapó la cabeza. Los filisteos entonces le sacaron los ojos y lo ataron a la rueda de un molino en Gaza, celebrando una fiesta para dar gracias a su dios por haber capturado a Sansón, y lo llevaron con ellos a la fiesta para hacerle bailar y divertirse a su costa. Pero Sansón, cuya cabellera había comenzado a crecer de nuevo, le pidió al mozo que le hacía de lazarillo que le dejase tocar las columnas entre las que le habían puesto para poder descansar. En ese momento invocó a Yahvéh, pidiéndole sólo por un instante la recuperación de sus fuerzas. Se apoyó en las dos columnas centrales que sostenían la casa y las sacudió hasta que el edificio cayó y quedó en ruinas, muriendo él junto con todos los que había en la casa.
Dalila se ha visto siempre asimilada a Eva, como ejemplo de mujer que lleva al hombre a la perdición. La mayoría de los artistas siguen el relato bíblico y presentan a Sansón en el regazo de Dalila, aunque hay algunas variaciones, pues unas veces es ella quien le corta el cabello y otras le hace señas a un filisteo que se acerca con unas enormes tijeras. Lo normal es que, si se encarga ella misma, sea como método para enfatizar su traición.
A partir del Barroco, será habitual la introducción de otro personaje, una especie de alcahueta que en realidad no aparece en el texto bíblico, como la que se puede ver en la obra de Rubens, hoy en la National Gallery de Londres (imagen superior).
El momento inmediatamente posterior, en el que los filisteos ciegan a Sansón, no es tan habitual. Rembrandt lo elige y hace gran hincapié en el aspecto más cruento y salvaje en una de las imágenes más impactantes que se han pintado con este asunto (a la derecha).
Fotos: http://www.artcyclopedia.com/index.html y http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Samson_and_Delilah_by_Rubens.jpg
Te felicito por tu blog. Con tu permiso he tomado datos referentes a Sansón y Dalila, pues estoy armando un taller de Arte y Género en la Ciudad de México. Además tienes metodología de la investigación, pues das las fuentes de textos e imágenes, por lo que deduzco que es tu profesión. Felicidades de nuevo. Pere Greenham peregreenation@hotmail.com (el hotmail no está incluido en los logotipos para formar red).
ResponderEliminarHola Pere!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Me alegra saber que te serán útiles las cosas que cuento en mi blog!
Y te deseo muchísima suerte con tu taller!
Gracias de nuevo,
Un saludo, Raquel