La semana pasada proponía una imagen que Alcalá subastas titulaba La matanza de los inocentes.
Gema observaba, con razón, que en La matanza suelen aparecer las madres a las que los soldados arrebatan sus niños y normalmente en un escenario urbano, y eso no se ve en esta pintura. Como después seguimos apuntando, se trata de los santos Justo y Pastor de Alcalá de Henares.
Según cuenta su leyenda, tenían 7 y 9 u 8 y 13 años, respectivamente, cuando fueron perseguidos y martirizados por no querer renunciar a su fe, en 304 bajo el mandato de Diocleciano. Primero fueron azotados con varas, algo que no se suele representar y, finalmente, decapitados, como se ve en esta imagen. Toda la historia es narrada, por ejemplo, en una pintura de José Juárez localizada en la Pinacoteca Virreinal de México (imagen izquierda). El culto a estos santos se difundió bastante por el sur de Francia.
A pesar de la edad a la que se supone que murieron, los artistas los convirtieron, con frecuencia, en jóvenes mozos, aunque también se pueden ver ejemplos en los que aparentan ser más pequeños (como en los bustos relicarios de Valladolid que vemos en la foto de la derecha. Existen otros muy similares, aunque ambos con sus nombres inscritos en la peana, en la Ermita del Cristo de de los Doctrinos de Alcalá de Henares). Y lo habitual es que los verdugos vistan, como en la pieza que sacaba Alcalá, a la manera romana.
Quizá podía sorprender que se hablara de una obra de escuela italiana. Sin entrar a valorar si es o no así, me gustaría indicar solamente que muchas veces la fama de algunos santos de un determinado lugar traspasa las fronteras y llega hasta países que no podíamos sospechar en principio. Tal fue el caso, por ejemplo, de san Juan Nepomuceno quien, a pesar de su procedencia checa, tuvo un extraordinario culto en México a partir de su canonización. Aunque es verdad que ciertos santos tienen un culto restringido a su entorno o país, o que se dan en ellos con más frecuencia.
Quizá podía sorprender que se hablara de una obra de escuela italiana. Sin entrar a valorar si es o no así, me gustaría indicar solamente que muchas veces la fama de algunos santos de un determinado lugar traspasa las fronteras y llega hasta países que no podíamos sospechar en principio. Tal fue el caso, por ejemplo, de san Juan Nepomuceno quien, a pesar de su procedencia checa, tuvo un extraordinario culto en México a partir de su canonización. Aunque es verdad que ciertos santos tienen un culto restringido a su entorno o país, o que se dan en ellos con más frecuencia.
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